Imagen tomada del muro de facebook de José Iván Borges Castillo

Declaración de la virgen de Izamal como Reina de los jaraneros

Vaquería. Barrio de la Candelaría, Valladolid, Yucatán.

Tradicional baile de la vaquería. Barrio de la Candelaria, Valladolid, Yucatán, México. Con trajes típicos de Yucatán.

Posted by Guardianes del Mayab on Friday, December 2, 2016

Declaración de la virgen de Izamal como Reina de los jaraneros. Viernes 9 de diciembre, vaquería con la Orquesta de Victor Soberanis en el atrio del convento franciscano de Izamal. Imagen tomada del muro de facebook de José Iván Borges Castillo.

03 de diciembre de 2016 por José Iván Borges Castillo*.

Ntra. Señora de Izamal, Reina de Yucatán

Es lo justo, lo evidente, nos habíamos tardado en darle el título a la que por siglos ha acompañado a este pueblo, desde que rayó el alba de la primera cristiandad para esta tierras de la península yucateca. Ya, por ¡fin!, se preparan los jaraneros para declararla en proclama a porfía su Patrona y especial protectora. Gustosos bailemos a su honra, con regocijo coloquemos sus imágenes en los pórticos, que se diga que esta tierra es de María, la única y la más grande de esta tierra, Nuestra Señora de Izamal.
El próximo viernes 9 de diciembre se realizará la mencionada declaración en el santuario de Izamal, en una noche de vaquería que se efectuará en el atrio del convento franciscano con la orquesta jaranera muy representativa de Víctor Soberanis, y han confirmado un elevado número de sociedades y grupos jaraneros, así como destacados bastoneros y embajadoras de municipios, pueblos y comisarías.
En el comienzo de la cristiandad se iban entremezclando viejos ritos de bailes en sano esparcimiento bajo la lupa de los franciscanos, se recuperaron, en el afán de culturizar el Evangelio, ciertas danzas y bailes, herencias precolombinas. Y así cuando en 1560 había llegado para el convento de Izamal la Sagrada imagen de la que sería Reina y Patrona de Yucatán, el pueblo, entonces compuesto por españoles, indios, africanos, mestizos y demás, concurrían a sus pies a venerarla y formaron pronto una tradición de asistir a su novenario en diciembre. Para el primer cuarto del siglo XVII el cronista fray Bernardo de Lizana, en su devocionario, apunta: “Celébrase en esta santa casa la fiesta de esta santa imagen el día de su Concepción purísima, donde con tanta solemnidad cuanta es posible, respeto a la poca posibilidad, si bien son muchas las danzas, y otros regocijos, que si no son conforme merece esta Reina y Santa imagen, al menos es festejada muy de voluntad…”
Esas danzas con sus pasos marcados con su música acentuada, con el ritmo paulatino del tiempo, que corre sin detenerse, recibieron la influencia de los viejos sones de aires andaluces y de esos ritmos afrocaribeños. A mediados del siglo XVIII la proliferación de las estancias maicero-ganaderas, se mezcló la ejecución al ser interpretados por los músicos nativos con ritmo ternario, se agregó los percutores vernáculos del rascabuche y zacatán, dando origen a los sones mestizos. Las más antiguas jaranas como El toro grande, El torito, La angaripola, nos hablan por sus mismos nombres de una cultura asociada a la ganadería, y los más antiguos sones mayas de “Saknich” “El pichito amoroso”, “La tuza”, “Xulab” de la herencia musical prehispánica, un nuevo mestizaje se propició en la música. Las hierras de ganado, donde se marcaba y descollaba, propiciaban un ambiente de fiesta y trabajo, naciendo así las vaquerías. Y como todo era algarabía concurrida se optó realizarlas en el marco de los días del Santo Patrón, como para honrarlo con semejantes espectáculos.
En tanto que en Izamal, la más antigua de las fiestas religiosas celebradas en la península, que para mediados del siglo XVII llevó a exclamar a fray Diego López de Cogolludo “y los caminos aquellos días se ven tan llenos de indios que por todas partes que parecen hormigueros”. Siendo ya la más concurrida evidentemente, esos sones mestizos fueron traslados a las plazas de Izamal en los días de la fiesta de la Virgen milagrosa, a quien se encomendaban y ofrecían sus bailes sus peregrinos como plegaria fervorosa de súplica y honra.
De toda la compacta de asistentes, hace memoria un informe del Obispo Gómez de Parada en 1722 al informar “Que en el pueblo de Izamal hay una imagen de la Concepción de Nuestra Señora, muy milagrosa, donde… indios y demás concurren a la fiesta” Durante la época colonial los traslados de la imagen de la Nuestra Señora de Izamal a Mérida, pidiendo su intersección ante diferentes problemas enfrentados, propició la reafirmación de su patrocinio.
Las crónicas indígenas coloniales reflejan la incorporación y aceptación de las imágenes de la Virgen María entre las comunidades yucatecas, tomando como modelo el culto de la Señora de Izamal, por los atributos que constituyen su iconografía de Luna, belleza, colores y rodeada de celestial composición por eso le llamaron en lengua maya la X-ki´ichpan Ko´olebil, que significa “La hermosa Señora Celestial”. A diferencia de las Vírgenes mestizas veneradas en diferentes pueblos yucatecos, la Virgen de Izamal no porta el traje regional mestizo por predominar en el dominio público estar exenta por distinción especial siendo la Reina y Patrona de la Arquidiócesis de Yucatán y además Reina de las etnias de América Latina. Aun no portando el regio terno mestizo, la imagen habla a su pueblo maya yucateco y se identifica con él, como lo hizo en las épocas pasadas, continuando su pueblo aceptándola como la X-ki´ichpan Ko´olebil ti Itzmal: LA HERMOSA SEÑORA DE IZAMAL.
Y para el siglo XIX cuando aparece la vaquería como evento principal de marcar con su baile el inicio de la fiesta, y el terno se volvió en el traje principal de la mestiza, consolidándose en el siglo XIX. Su Virgen era el objeto sacro de principal devoción peninsular, evolucionando a finales de siglo pasado esa costumbre de vestir a sus Vírgenes de mestizas y de llevarlas a los palacios municipales y presidir el inicio de las vaquerías, pero en Izamal está señalado que sea excepción, es la Itzalana Reina del Mayab, de un pueblo que ha mezclado su sangre y ha forjado su idiosincrasia. Y como en épocas de pasado, la Virgen permanece en su altar y en la plaza principal se baila en su honor, pero esta vez es especial, los jaraneros irán a bailar a su atrio en su honor en regocijo de verla una vez más como su Señora y especial protectora.
La Jarana, como parte de su fiesta, siempre ha estado presente como parte del regocijo popular, así desde las cabezas de cochino que se bailan por las calles organizadas por los gremios, hasta las interpretaciones en su honor ofrecidas por la típica Yukalpetén en la serenata de su coronación pontificia en agosto de 1949, y las jaranas ejecutadas y bailadas en la fiesta ofrecida el mismo día de la coronación.
La imagen de la Virgen María se adentró más aún en objeto de distinción de la mujer mestiza, el medallón la representaba como parte de su devoción, y así lo escribe el cura Constantino Baldomero López: “Todo en Yucatán habla de María. Las cenizas de sus héroes que murieron invocando su nombre, los árboles que formaron con sus ramas los primitivos santuarios, la brisa de los campos que acarició su rostro, el arpa de los poetas que cantó sus glorias, el collar de las mujeres que encierra con un medallón de María”.
Las vaquerías en Izamal en su honor en aquellos primeros días de diciembre, fueron concurridas y bien señaladas, hasta existen en los archivos sonoros una jarana titulada “Fiesta de Itzmal” probablemente de Ponciano Blanqueto y su orquesta. Y hasta la maestra de Umán, Manuelita Pavía Coronado, le dedicó una bomba yucateca que dice:

Nuestra Reina de Izamal,
dueña de nuestro cariño,
proteja de todo mal
a los grandes y a los niños.

En medio de tal fiesta mestiza me vuela la imaginación en hondo suspiro, y parecen estremecerse de júbilo desde sus modestas sepulturas los restos áridos de aquellos músicos de orquestas jaraneras como Rubén Darío Herrera, Secundino Pech, Ponciano Blanqueto y Víctor Soberanis, que quisieran ejecutar la batuta que inunde el ambiente con la marca de sus “aires yucatecos” que sonaran como sello de esta declaración en honor de la Reina de Yucatán. Y en sus humildes sepulcros los bastoneros de vaquerías y jaraneros de tantas generaciones pasadas como don Celso Peraza, de Chumayel; o don Pablo Chalé, de Tekal de Venegas, que siempre la honraron como su Reina y Patrona y que hoy miran agraciados esta declaración de la generación presente. ¡Júbilo y algarabía, piedad y filial devoción de todo un pueblo!
Y prueba de ello es la aceptación general de reconocerla en su imagen de Nuestra Señora de Izamal, como madre de este pueblo, y hasta Alex Arturo Aké Novelo, ganador del concurso de jarana en Chumayel, pueblo especialmente señalado en la jarana, ha referido en las redes sociales: “No hay título más noble que el de hacer Patrona a la más bella Princesa. Pues por siglos los tacones y alpargatas sonaban gratas al compás de la jarana que en los pueblos se efectuaban en honor de su dulce nombre y su Inmaculada Concepción”.
Linda, hermosa, moza y señora, son adjetivos que los yucatecos usamos para resaltar la belleza femenina y más tratándose de una mestiza, más valiera exclamarla a la primera dama de esta tierra, la hermosa señora de Izamal, aquella que ha acompañado el caminar de este pueblo en los siglos de su nueva formación. Termino haciendo eco de la voz del Obispo Crescencio Carrillo y Ancona:
“Hijos de Yucatán, paguemos con gusto esta tan dulce deuda; postrémonos ante esta nuestra Augusta Madre y Reina, ante la grande y magnífica e Inmaculada Señora de Yucatán, aclamándola la salud, la alegría, la honra y prez de Yucatán!”.

*Escritor comunitario

Fuente: Diario del Por Esto! Yucatán/3 de diciembre de 2016. https://www.poresto.net/ver_nota.phpzona=yucatan&idSeccion=1&idTitulo=523050